Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. (Mt 4, 1-2) Iniciamos el tiempo de cuaresma, tiempo de conversión y preparación a la Pascua del Señor y en este domingo, se nos presenta la experiencia vivida por Cristo en el desierto por cuarenta días y cuarenta noches, lo mismo que ahora estamos invitados a vivir.
Necesidades humanas como el comer, el poder y la riqueza pueden apartarnos del Señor y convertirse en tentaciones para alejarnos del amor misericordioso de Dios. Y como no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt 4, 4) Como cristianos debemos alimentar nuestra vida con la Palabra de Dios y ponerla en práctica para dejarnos conducir por el Señor; alimentarnos de la oración en el desierto de nuestro corazón, alejados de toda distracción y llenos del Espíritu pacificador.
Sólo así, alimentados por la fuerza de Cristo, podremos vencer toda tentación y retomar el camino al Señor, camino de salvación y felicidad.
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