Los discípulos subieron al monte, se encontraron con Jesús. Subir al monte significa dejar a tras el mundo e ir al lugar santo, dejar las infidelidades y el pecado e ir al encuentro con Cristo, elevar el corazón a Cristo para encontrar la paz en Él. El discípulo que se ha encontrado con Cristo, que ha subido al monte para estar con Él, no puede quedarse pasivo debe bajar e ir a proclamarlo, dar testimonio de Él y perseverar en la vida cristiana.
Es en lo ordinario de la vida donde podemos descubrir a Cristo y ello si vemos su rostro que se manifiesta en todos aquellos que viven con autenticidad su vida cristiana, así también, todos estamos llamados a ser ese rostro vivo de Cristo porque Él vive en el corazón de cada hombre.
La fe en Cristo no se reduce a un culto, a un cumplimiento de preceptos, a una adhesión a la Iglesia, a ritualismos, es un estilo de vida en que cada discípulo acoge como modo de vivir la vida en Cristo, la cual consiste en: vivir del amor en la comunión con los demás discípulos, en la escucha de la Palabra, la celebración de los sacramentos y en el encuentro profundo y diario con Aquel que nos ha llamado.
Vayan, enseñen y bauticen que yo estoy con ustedes, palabras exigentes y confrontantes de Cristo que deben movernos a no quedarnos pasivos sino emprender con prontitud el camino cristiano, hacer esta conversión en la vida, acoger a Cristo como el motor de la existencia y hacer nuestras las Palabras de Cristo.
No lo pienses más, Cristo es la respuesta a tus anhelos más profundos, acógelo en tu corazón y deja que sea el guía de tu existencia, el que de sentido a tu vida y te colme de gracias y bendiciones.
César Águila Cázarez sdb.
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